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agosto 28, 2011

GUERRA NUCLEAR/QUIMICA

Guerra Nuclear 

(según Wikipedia)

La guerra nuclear es un tipo de guerra que se lleva a cabo mediante el empleo de armas nucleares, una clase de arma de destrucción masiva. Puede tratarse de una guerra nuclear limitada o una guerra nuclear total. Este tipo de conflagración tiene sus propias teorías, estrategias, tácticas y conceptos, distintos de los de la guerra convencional, que han ido variando a lo largo de las décadas. Puede librarse en la tierra, el mar, el aire, el espacio e incluso en el subsuelo, a distintas escalas, con medios muy diferentes.
Se ha postulado que, en una guerra nuclear total, la radiación y el cambio climático que ésta produciría dejarían la atmósfera de la Tierra muy afectada y posiblemente la especie humana y el resto de seres vivos del mundo sufrirían los efectos de un invierno nuclear. Los supervivientes deberían realizar la reconstrucción de las infraestructuras del planeta en unas condiciones muy difíciles. La flora y la fauna sería afectada por múltiples mutaciones.
Hasta el momento, el único ataque con armas nucleares de la historia ha sido el bombardeo estratégico de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki por parte de los Estados Unidos, que condujeron a finalizar la Segunda Guerra Mundial. Estas dos bombas causaron en torno a 200.000 muertes y un número aún mayor de heridos y afectados, la mayoría civiles. A pesar de ello, el escaso número y reducida potencia de estas armas primitivas no permiten colegir los resultados de una guerra nuclear a gran escala con armamento contemporáneo.
Algunos autores apuntan que una guerra nuclear a gran escala equivaldría a un evento ligado a la extinción. Sin llegar a este extremo, existen pocas dudas sobre su capacidad para aniquilar pueblos, naciones y modelos de civilización enteros, con cientos e incluso miles de millones de bajas.
Debido a su enorme poder devastador, las armas nucleares han sido frecuentemente objeto de numerosos tratados y negociación internacionales, y están sujetas a regímenes de vigilancia, protección e inspección especiales.
Muchas personas consideran que guerra nuclear y Tercera Guerra Mundial son sinónimos en la práctica.
Por primera vez en la historia humana, era posible llevar la devastación más absoluta al corazón del enemigo. La consciencia de este hecho significó profundas transformaciones en la mentalidad política y social, por lo general pesimistas y ominosas, y dio lugar a numerosas novedades culturales y en la civilización. Militarmente, las armas nucleares adquirieron un carácter igualador que impedía a cualquier potencia iniciar una guerra contra la otra, sobre todo desde que su número y prestaciones garantizaron la destrucción mutua asegurada. Hubo que crear nuevos conceptos, teorías, tácticas y estrategias para este arma radicalmente distinta, así como formar a generaciones de técnicos y soldados, y desplegar numerosos equipos avanzados (desde radares y satélites hasta sistemas novedosos de mando, control, comunicaciones e inteligencia) para poderlas usar eficientemente. Esto estimuló el desarrollo de numerosas invenciones, entre las que cabe incluir Internet (que se deriva de ARPANET, una red que contaba entre sus capacidades la de ser especialmente resistente a un ataque nuclear limitado, aunque no fuera su característica esencial). La aparente inminencia de una guerra nuclear dio alas para la creación del movimiento pacifista contemporáneo, iniciado por los propios científicos atómicos, más conscientes que los demás de sus riesgos.
Bombas Nucleares y terroristas
Si bien el peligro de guerra nuclear entre naciones persiste gravemente, existen serias dudas sobre las posibilidades reales de un grupo terrorista para hacerse con un arma atómica. Además de la dificultad para apoderarse de componentes esenciales de la misma, o de un arma completa, se trata de un sistema tecnológicamente complejo con exigencias de mantenimiento y operación poco compatibles con la naturaleza clandestina e irregular de las organizaciones terroristas. Sólo la reposición y reforja de los componentes radiactivos —que van decayendo conforme avanza su vida media— requieren una infraestructura tecnológica e industrial únicamente al alcance de Estados o grandes corporaciones privadas. El resultado es que nunca se ha detectado un arma nuclear o componentes sustanciales de la misma en manos de un grupo terrorista, ni tampoco la voluntad clara de poseerlas.
TIPOS de Bombas atómicas:
Además de la bomba nuclear “clásica” se han producido armas nucleares de propósito especial, como las siguientes:
  • La bomba de neutrones, también llamada bomba N, bomba de radiación directa incrementada, bomba de fisión-fusión o bomba de radiación forzada, cuyo objetivo es causar una mayor mortandad directa por irradiación incrementada contra los seres vivos, con una menor destrucción de los objetos inertes. Este tipo de arma fue objeto de grandes polémicas durante la Guerra Fría, debido a la percibida indignidad moral de matar a grandes cantidades de personas y otros seres vivos mientras se protegen los bienes materiales.
  • ·La bomba de pulso electromagnético, también llamada bomba E, HEMP o bomba del arco iris debido a las auroras boreales artificiales que induce. Se trata de una explosión en el espacio exterior que, por efecto Compton de electrones, degrada o disloca los sistemas eléctricos y electrónicos a escala continental. Por su capacidad de paralizar instantáneamente las sociedades atacadas, se considera que estas armas constituirían el compás de apertura de una guerra nuclear.
  • La bomba de oscurecimiento o iónica, que detona en las capas superiores de la atmósfera para bloquear por ionización electromagnética las señales radioeléctricas de los sistemas de comunicaciones y teledetección, con el objeto de dislocar la defensa enemiga y las guías de sus sistemas antimisil.
  • La bomba radiológica o bomba sucia36 Considerada en general un arma barata y de baja tecnología para hipotéticos terroristas nucleares, sus versiones de alta tecnología, utilizadas por las potencias, podrían incrementar enormemente los efectos demográficos de un arma nuclear. Se ha postulado una llamada bomba ultravioleta con objeto de esterilizar los pastos y campos de cultivo, cuyo grado de realización en la práctica es desconocido. Leo Szilard propuso también una bomba de cobalto o bomba del juicio final, capaz de diseminar dosis letales de radiación en áreas enormes o incluso en toda la Tierra.
Sistemas de protección antimisiles
Existen serias dudas sobre la posibilidad de crear un escudo antimisiles eficaz. Rara vez un sistema antimisil ha logrado derribar un misil en una batalla real, al tratarse de una maniobra tecnológicamente muy crítica y con poco tiempo de preaviso, cuyas posibilidades verificables sólo se pueden conocer el día del ataque real, de naturaleza inherentemente impredecible.
Planes de ataque
Los países poseedores de armas nucleares disponen de unos planes de guerra prediseñados para su uso, que se conocen en Estados Unidos y el Reino Unido como SIOP (plan único de operaciones integradas) Estos planes determinan unas listas de objetivos y estrategias básicos, que se pueden adaptar parcialmente al conflicto real. Se les denomina MAO (ataque mayor).Convencionalmente, se considera que existen cuatro niveles MAO:51
 
  • MAO-1 (ataque contrafuerza): Dirigido contra las fuerzas nucleares del enemigo: silos de misiles, bases de misiles en camiones o trenes, bases de submarinos, aeropuertos primarios, instalaciones de almacenamiento de cabezas nucleares, el complejo tecnológico-industrial de producción de las mismas y las instalaciones esenciales de mando, control, comunicaciones e inteligencia, pero tratando de evitar las áreas urbanas y las fuerzas no nucleares.
  • MAO-2 (ataque contrafuerza extendido): Dirigido contra todos los blancos del MAO-1 más: puertos y aeropuertos secundarios, arsenales, jerarquía militar y unidades seleccionadas de la fuerza militar no nuclear, flotas de superficie y redes de mando, control, comunicaciones e inteligencia no nucleares. Si vives cerca de uno de estos elementos ya sabes a que atenerte.
  • MAO-3 (ataque contravalor limitado): Dirigido contra todos los blancos del MAO-1 y el MAO-2 más las instalaciones de la jerarquía político-administrativa del enemigo. Es aquí donde entran por primera vez las grandes ciudades como blanco primario, en vez de como daño colateral, pues las sedes de Govierno, altos mandos, etc, suelen estar localizadas en urbes de estas características.
  • MAO-4 (ataque contravalor extendido): Dirigido contra todos los blancos del MAO-1, el MAO-2 y el MAO-3 más las instalaciones esenciales de la sociedad enemiga (blancos económicos): refinerías, centrales de producción de energía eléctrica, polígonos industriales —sobre todo los vinculados con la industria militar o tecnológica— y concentraciones humanas de gran importancia demográfica. Obsérvese que al realizarse la batalla a nivel MAO-3 la dirigencia política quedaría inhabilitada, por lo que casi de manera automática saltaría a nivel MAO-4. Los planes de ataque del tipo SIOP/RISOP MAO-4 configuran lo que ha venido en denominarse guerra termonuclear total.
Efectos de la guerra nuclear.
Efectos locales
Diámetro comparativo de las bolas de fuego de cinco bombas nucleares: 
  1. la bomba del Zar (la más grande del mundo), de 4.600 m de diámetro.
  2. la bomba Castle Bravo (la más grande de EE. UU.), de 2.840 m de diám., 
  3. la ojiva nuclear de un misil Minuteman (960 m), el misil Peacekeeper (640 m) 
  4. y la bomba de Nagasaki (200 m)
Los efectos discretos locales de las armas nucleares individuales son bien conocidos, merced a las más de 2.000 pruebas nucleares realizadas y las consecuencias de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. En esencia, un arma nuclear es un explosivo extraordinariamente potente y muy contaminante capaz de causar gran devastación en un área determinada mediante las siguientes acciones combinadas
  • Impacto radiológico: el 80% de la energía instantánea del arma se libera en forma de radiaciones ionizantes alfa, beta, gamma y de neutrones, además de generar un destello luminoso capaz de dejar ciegas a las personas a gran distancia. Estas radiaciones causan gran mortandad por síndrome radiactivo agudo, y pueden generar pulsos electromagnéticos que destruyen los equipos eléctricos y electrónicos. Además, la detonación tiene la capacidad de inducir regiones de oscurecimiento, que por la alta ionización del aire impediría la circulación de ondas electromagnéticas e infrarrojas, haciendo inoperativos radares y otros sistemas de comunicación que tengan que transmitir o recibir a través de estas áreas ionizadas.
  • Impacto térmico: el arma genera enormes cantidades de calor (hasta 400 millones de °C) que se transfiere al aire circundante, vaporizando y calcinando todo en sus inmediaciones y provocando incendios masivos en zonas más alejadas. Estos incendios masivos pueden transformarse en una tormenta de fuego. Las personas sufren graves quemaduras a decenas de kilómetros de distancia. La tormenta de fuego, además, consume el oxígeno del aire y provoca la muerte por asfixia.
  • Impacto mecánico: el aire, dilatado brutalmente por el calor, se expande a gran velocidad bajo la forma de una onda de choque ardiente de alta presión que derriba las estructuras y revienta a los seres vivos. En las inmediaciones de la detonación, puede provocar cráteres importantes. Es frecuente que se produzca una onda de choque secundaria en sentido contrario, conforme el aire se enfría y contrae, lo que termina de destruir el área atacada en un movimiento de vaivén. También se produce un efecto sísmico, detectable a miles de kilómetros de distancia, que contribuye a la devastación local.
  • Contaminación radiactiva: la explosión lanza a la atmósfera grandes cantidades de humos y materia pulverizada fuertemente irradiados a consecuencia del impacto radiológico. Estas sustancias vuelven al suelo progresivamente, con frecuencia bajo la forma de lluvia radiactiva, contaminando todos los objetos expuestos a la intemperie; entre ellos se hallan el aire, las fuentes de agua y los alimentos. Esto incrementa las bajas por síndrome radiactivo agudo y otras enfermedades asociadas a la radiactividad.
Estos efectos discretos varían significativamente entre los ataques próximos al suelo (groundburst), destinados a destruir blancos altamente reforzados o muy resistentes, y las detonaciones en altitud (airburst), que pretenden maximizar el área de devastación contra objetivos blandos como ciudades o polígonos industriales. También dependen del número de cabezas asignadas a un mismo blanco.
Las detonaciones nucleares producen unas nubes características en forma de hongo, que pueden alcanzar tamaños enormes.
Efectos globales
Mapa hipotético de contaminación radiactiva a corto plazo tras un pequeño ataque nuclear contra las principales instalaciones militares de los Estados Unidos. El área roja define las regiones donde esta deposición sería necesariamente mortal. En el medio plazo, los vientos arrastran mucho más lejos estas partículas, hasta que terminan contaminando todo el planeta.
Los efectos sinérgicos generalizados de un ataque nuclear combinado a gran escala, diseñado para causar el máximo daño posible, son más difíciles de determinar. Para empezar, no es posible predecir la naturaleza exacta de semejante ataque con antelación. Sin embargo, resulta posible definir algunas líneas generales:
  • Interrupción generalizada de los suministros de alimentos, agua potable, electricidad y comunicaciones. Las grandes ciudades, aunque no hubieran sido atacadas, serían incapaces de sobrevivir sin estos alimentos. Esto provocaría grandes colas de millones de refugiados sin destino particular alguno, normalmente enfermos y debilitados, por lo que cabe esperar una elevada mortalidad, violencia y lacras propias de la naturaleza humana.
  • Dislocación de los Estados, ejércitos y cuerpos de seguridad y sanitarios como entidades organizadas. Pillaje, saqueo, surgimiento de grupos mafiosos o mercenarios armados.
  • Interrupción generalizada y permanente de la actividad económica, particularmente la industrial, por destrucción de sus instalaciones o supresión del suministro eléctrico y de materias primas durante tiempo indeterminado. Esto dificultaría y ralentizaría enormemente la atención a los afectados y la recuperación de posguerra. Probablemente, el dinero perdería su valor al desaparecer los mercados financieros que lo determinan.
  • Muchos hospitales resultarían destruidos, mucho personal médico muerto, y los supervivientes no dispondrían de energía eléctrica ni suministros. Esto incrementaría gravemente la mortalidad entre los heridos y afectados, con toda seguridad, y probablemente permitiría la rápida extensión de las epidemias.
  • Elevada contaminación radiactiva del aire y las fuentes de agua potable y alimentos durante semanas, y más leve durante años e incluso siglos. Esto podría agravarse si se emplean armas específicamente diseñadas para destruir por irradiación los recursos agropecuarios, lo que produciría grandes hambrunas.
  • Desestructuración generalizada de la sociedad y de los modelos de civilización y modos de vida. Posible desaparición de numerosas naciones.
  • Desaparición de la capa de ozono, por lo que la radiación ultravioleta del Sol acabaría matando a los pocos seres vivos que sobrevivieran al oscurecimiento nuclear. Si bien la vida en los océanos no se vería afectada por el oscurecimiento y el invierno nuclear, el aumento de la radiación ultravioleta acabaría con el fitoplancton y con la cadena trófica en los mares, lo cual provocaría una mortandad generalizada en pocos meses. Las drásticas diferencias de temperatura entre los continentes y los océanos generarían un caos climático gigantesco, lo que dificultaría enormemente la vida en las zonas costeras marítimas.
  • Posibles efectos climáticos masivos, como el invierno nuclear.
No es exagerado afirmar que una guerra nuclear a gran escala provocaría cientos o miles de millones de víctimas, y la desaparición de las naciones y modelos de civilización que conocemos. El término megamuerte, una unidad de medida equivalente a un millón de muertos, se acuñó para manejar estas cifras aniquiladoras. Así, por ejemplo, mil megamuertes equivale a mil millones de víctimas; mil megamuertes es una estimación media-alta razonable del número de bajas en las primeras 24 horas de una guerra termonuclear total con blancos demográficos que implicara a Estados Unidos, Rusia, Europa y China.
Protección y autodefensa civil en caso de ataque nuclear
Muchos países han tomado medidas para proteger a su población civil de ataques nucleares hasta donde fuera posible, que van desde la difusión de folletos informativos hasta la construcción de complejas redes de refugios nucleares para un elevado porcentaje de la población en algunos Estados. En general, estos intentos fueron recibidos con ironía y escepticismo, pues acostumbraban a emplazar a los ciudadanos a recursos e instituciones que probablemente no sobrevivirían a una guerra nuclear, o a un futuro que no tenía en cuenta los efectos de la contaminación radiactiva y el invierno nuclear.
En los países de habla hispana no existe una tradición de protección civil contra ataques nucleares.
Con un carácter inmediato, se suelen realizar las siguientes recomendaciones: Tener una idea general de los posibles objetivos (véase la sección Política y estrategia de la guerra nuclear), y mantenerse apartado de los mismos.
  1. Saber si existen refugios nucleares en las proximidades, y utilizarlos.
  2. Disponer de reservas de alimentos enlatados, agua embotellada y otros productos de primera necesidad. Tras el ataque, racionar y utilizar estos productos en primer lugar, mientras la radiación exterior va disminuyendo.
  3. Conocer los recursos de protección civil existentes en el área
  4. Conocer las señales de aviso del sistema de protección civil.
  5. Si el ataque es inminente, no trate de huir en vehículos privados. Se corre el riesgo casi seguro de quedar atrapados en el previsible atasco de las carreteras y expuestos a la explosión en la intemperie.
  6. No mire en la dirección previsible de la explosión, ni siquiera a decenas de kilómetros de distancia, para evitar la ceguera. Ninguna clase de gafa de sol le protegerá.
  7. Si ve un destello "brillante como el sol" o los equipos electrónicos a baterías se detienen de golpe y simultáneamente (relojes digitales, teléfonos móviles, MP3, etc), tírese al suelo inmediatamente, cúbrase la cabeza y busque protección contra la cristalería a rastras.
  8. Si lo anterior ocurre dentro de un vehículo a motor, quite la llave de contacto, desbloquee las puertas, ponga el freno de mano, y tírese al suelo del automóvil inmediatamente. En ambos casos, la explosión ya ha sucedido y la onda de choque llegará en cualquier momento.
  9. Antes de que la explosión se produzca, buscar refugio bajo tierra (sótanos, cuevas estables, túneles del metro, alcantarillado, etc), o en rincones interiores de los edificios, lejos de puertas y ventanas. Si se está al aire libre, tratar de esconderse bajo objetos sólidos. Protegerse en la medida de lo posible de la metralla volante, y particularmente de la cristalería.
  10. Protéjase de los cristales. Los cristales son peligrosísimos y a las energías implicadas pueden penetrar incluso en el cemento. Si no hay una estancia sin cristales, el mejor lugar es justo debajo, para que estallen por encima de su cabeza.
  11. Debe prepararse mentalmente para un suceso de extrema violencia y confusión. Es natural tener miedo, pero no se permita ceder al pánico.
  12. Si se dispone de la "pastilla nuclear" (dosis masiva de calcio y yodo), tomarla para prevenir la fijación de cesio-137 y yodo-131 en el organismo. Estas dos sustancias son las principales causantes del síndrome radiactivo agudo y otras enfermedades asociadas a la radiación por irradiación secundaria (contaminación), pero no primaria (directa).
  13. Los muros gruesos de hormigón armado y las estancias subterráneas representan una protección razonable contra la irradiación directa.
  14. Cierre las llaves del gas y el agua. Desconecte el interruptor eléctrico principal.
  15. Si se incendia la ropa, rodar sobre uno mismo o apagarla con mantas. Si se dispone de tiempo, puede ser conveniente desnudarse completamente y cubrir el cuerpo entero con mantas, alfombras, lonas o capotes que se puedan apartar fácilmente en caso de que ardan; la ropa pegada al cuerpo se adherirá fácilmente a la piel en caso de que prenda o se caliente intensamente, causando grandes quemaduras o agravándolas. Pero, por el otro extremo, la piel expuesta se quemará fácilmente.
  16. Espere a que pase la onda de choque (puede tardar 30 segundos o más) y la onda secundaria si se produce (hasta dos minutos).
  17. Protegerse de la deposición radiactiva, permaneciendo en los refugios o cuanto menos cubriéndose con mantas, capotes, botas de agua y mascarillas de papel.
  18. No abandonar el refugio hasta que las autoridades permitan o recomienden la salida.
  19. Mantenerse informado a través de la radio, si sigue funcionando.
  20. Verificar los daños antes de penetrar o habitar en un edificio, en previsión de derrumbes o incendios.
  21. Mantenerse apartado de las conducciones de gas y tener cuidado con las de agua y electricidad.
  22. No penetrar en las áreas dañadas o indicadas con señales de peligro radiológico.
  23. Evitar desplazamientos innecesarios o confrontaciones. Cualquier herida es potencialmente mortal cuando la asistencia médica no está garantizada.
  24. Siga educando a los niños. Acoja a los huérfanos. En la medida de sus posibilidades, ayude a los heridos, enfermos y desamparados.
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